Se hallaron por primera vez a raiz de un llamado telefónico equivocado. Sus voces se gustaron, charlaron largo rato, simpatizaron y como a veces ocurre quisieron conocerse. La cita, en un Bar de la calle Maipú. Como identificación él se definió: alto, de cabello entrecano y bigote. Ella dijo: ser delgada, rubia, vestirá blusa azul y pantalón negro. El agregó, iré de traje gris, llevando un clavel en la solapa. Todo fue fácil, ella en una mesa bebía un té: él se le acerca, le sonríe y se sienta a su lado. Pide un cortado. Conversan, ríen con frecuencia y a ratos se miran como extasiados. Solo falta la música de fondo de algún romántico bolero pero sucede que en este Bar no hay música. Entretanto, preocupado el mozo que los sirve, le comenta el patrón del Bar: "no sé que me pasa, el mantel de la mesa que ocupa esa pareja (se refería a la de la cita) siempre fue de color blanco, sin embargo en este momento lo estoy viendo rosado". No te inquietes le aconseja el dueño, "esa pareja está viviendo un estado anímico especial que como arte de magia, contagia a todo aquello que los rodea de un tono color de rosa. Es ver la vida color de rosa, como suele decirse. Cuando ellos se retiren del Bar, el mantel volverá a ser blanco".
* * *
Hay confiterías o restaurantes que en sus salones poseen lugares o espacios reservados para clientes fumadores. ¡Vana ilusión! El humo del cigarrillo se propaga sin control en el ambiente. Así de sencillo y así de inútiles los sitios reservados.
* * *
Mara entró al Bar lentamente, se ubicó en una de las mesas mas alejada de la entrada; solicita un café. Se la ve triste, apesadumbrada, bebe con pausa su pedido. Pagó casi sin mirar al mozo, se levanta y al mismo paso que entrara se retira del Bar. Tal vez, Mara buscó el estímulo que al parecer no encontró, en ese modesto pocillo de café.
* * *
Se trata de una señora que discrimina de manera muy particular. En su andar cotidiano, jamás aceptó un "Fernet" odia a los negros.
* * *
Tengo un amigo que al entrar a un restaurante y llegar hasta su mesa, tiene por hábito al pasar junto a los comensales de las otras mesas, desearles "buen provecho". La mayor parte de ellos al oír el inusual buen deseo de mi amigo, se sorprenden y nada responde, solo unos pocos le contestan "gracias".
Para mal, hay mucha gente que desconoce o han olvidado viejas costumbres de buena educación.
* * *
Al frasquito con sal (salero) que luce en las mesas de los restaurantes, habría que rotularlos con el siguiente consejo: "no me utilice antes de probar su comida, hágalo después si lo considera necesario".
* * *
Eran casi las once de la noche, llovía de a ratos, el hombre entró al Bar, elige una mesa con dos sillas, se quita el perramus, se sienta y en la silla libre apoya su perramus. Llama al mozo y le pide un Cogñac. El hombre muestra signos de excitación, al beber vuelca parte del contenido del vaso por el temblar de su mano. Paga y se vá apresurado; había dejado de llover. Pasado unos minutos, el mozo advierte que su cliente olvida el perramus sobre una de las sillas. De inmediato nadie volvió por él. Después de larga espera, el camarero decide guardar la prenda por si su dueño regresa más tarde en su busca. Al colgarla en una percha, comprueba asombrado que en uno de los amplios bolsillo del perramus hay un par de guantes junto a un cuchillo de hoja ancha y filosa.
HORACIO GIRALDEZ
INSTAGRAM
FACEBOOK
