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Su Revista Villa del Parque y Devoto

HISTORIA DEL BARRIO
El Antiguo Castillo de Villa del Parque
Tragedia y Misterio en su Historia


Cuando se evoca el pasado del barrio de Villa del Parque, en ningún momento puede estar ausente un elemento muy particular que integra su emblema oficial. Nos referimos al castillete de torre y cúpula ubicado en la calle Campana, cerca de las vías del que se denominó alguna vez "Ferro Carril Buenos Aires al Pacífico (B.A.P.)"
Se lo bautizó con un curioso nombre "El Castillo de los Bichos", tal vez porque en su estructura exterior aparecen figuras de animales diversos. También fue identificado como "El Castillo de los Fantasmas", evidentemente, debido al relato del vecindario que afirmaba haber visto durante la noche, ciertas apariciones en ese lugar que resultaban inexplicables y preocupantes. Muchos decían que alguna vez se logró escuchar ruidos extraños, voces, gritos desgarradores, sombras diabólicas que deambulaban sigilosamente por todo el edificio de manera misteriosa.
Más allá de los dichos de la gente, hubo en verdad quienes aprovechando la situación señalada, se dieron a la tarea de causar pánico utilizando los atuendos que caracterizan a los fantasmas. Con tales disfraces entraban y salían del castillo alumbrándose con velas y emitiendo adecuados gemidos y satánicas carcajadas. Finalmente los ocasionales bromistas eran descubiertos, pero esos hechos crearon serias dudas sobre la veracidad de anteriores apariciones. Sin embargo, antiguos vecinos de la zona que en la década de 1920 superaban los 40 años de edad, afirmaban categóricamente haber sido involuntarios testigos de momentos y situaciones de zozobra mientras cruzaban el lugar en horas de la noche. Aparentemente todo comenzó a pasar después del año 1911, cuando se cumplía el primer aniversario de un trágico accidente ocurrido muy cerca del castillo parquense.
Esa edificación estuvo a cargo del ingeniero Muñoz González y se terminó de construir a fines del siglo XIX. Originalmente presentaba cuatro frentes arquitectónicos de bello e imponente estilo, y cinco pisos, con un bonito mirador, una terraza y el agregado de dos habitaciones y varias más en cada piso que componían la totalidad del edificio (con el transcurrir de los años se efectuaron algunas modificaciones que de alguna forma alteraron su primitivo diseño).
Su leyenda fue recopilada por antiguos y caracterizados vecinos de Villa del Parque, en base a relatos proporcionados por ciertas personas que fueron en determinado momento protagonistas de los hechos. Estuvo oculta por años en poder de quien suscribe la presente nota en espera de la concreción de un proyecto por el cual el barrio parquense tendría su historia real, verídica, escrita por tres integrantes en su momento de la "Junta de Estudios Históricos de Villa del Parque!. Nos estamos refiriendo a don Constante Daneri, don Roberto Tuoto y el ya mencionado autor de esta narración. Por circunstancias puntuales ajenas a nuestra voluntad y deseos, la obra no pudo concretarse. Es por eso que hoy ponemos a la consideración de los lectores de "SU REVISTA", una versión auténtica de lo sucedido en una lejana etapa de la vida de los integrantes de dos familias, ocupantes de las instalaciones del enigmático castillo. Se conocerán aspectos desconocidos de una apasionante historia jamás revelada, con escritos, fotografías y datos inéditos. Además existen objetos utilizados por quienes habitaron la famosa y señorial residencia, mudos testigos de alucinantes acontecimientos, de instantes irrepetibles, donde estuvo presente el amor, la amistad, la alegría, pero también donde en determinado momento hicieron notar su presencia nefasta, el dolor y la tristeza.
EL COMIENZO DE UNA LEYENDA
Cuando la firma inmobiliaria "Guerrico y Williams" dispuso a fines del año 1906 el primer remate de lotes dentro de las calles: Génova (Campana) Av. San Martín, Nogoyá y Simbrón, de Villa del Parque el célebre castillo ya estaba allí, enhiesto, firme, con su figura imponente y atractiva en medio de una parcela bastante amplia en una zona casi despoblada, dividida en dos por las vías ferroviarias.
Algunos de los escasos vecinos de entonces, aseguraban que esa edificación la había financiado un desconocido personaje relacionado con la realeza italiana. Sin embargo, otros pioneros del lugar, que afirmaban tener mayores conocimientos sobre el caso, decían que no era así exactamente. El hombre se llamaba Rafael Giordano, descendiente de un renombrado pintor italiano nacido en Nápoles en el siglo XVII. Seguramente alguna vez habría comentado a sus convecinos ciertos aspectos de su vida privada, y de esa forma determinados pobladores tuvieron la ocasión de enterarse de importantes datos y obtener mayores detalles sobre los mismos.
En esos años, alguien señaló con absoluta certeza que don Rafael Giordano había nacido en la ciudad de Salerno (Italia) en el año 1866. Según esas fuentes estaba casado con Vittoria D'Olivi, cuyo nacimiento se habría producido en 1868, y una hija de ambos en 1889 a la que bautizaron con el nombre de Lucía en homenaje a la santa. Aparentemente, a los pocos meses de nacer la niña, el matrimonio con su primogénita hija decidió viajar hacia la Argentina instalándose en Buenos Aires en la calle Cuyo (Sarmiento) entre Artes (Carlos Pellegrini) y Cerrito. De holgada posición económica, acordaron adquirir un predio donde construirían una confortable residencia. Por esas cosas del destino, la elección recayó en tierras de Villa del Parque, y allí lograron concretar sus anhelos. La zona tuvo su gran edificio.
Al llegar la edad escolar Lucía fue inscripta en un colegio religioso de Monserrat. Sin inconvenientes la niña finalizó su etapa de estudios primarios, ingresando de inmediato en el ciclo secundario que cumplió totalmente cuando tocaba su fin el año 1908.
ISABELINO ESPINOSA


PARTE II
EL ANTIGUO CASTILLO DE VILLA DEL PARQUE
Tragedia y Misterio en su Historia
Llegó el tiempo en el cual Lucía, terminados ya sus estudios en la parte secundaria, debía decidir si aceptaba las sugerencias de sus padres que deseaban su ingreso a la universidad nacional. Respetuosa del modo de pensar de sus progenitores, no puso obstáculos en mantener conversaciones al respecto. Luego de algunas tratativas familiares, creyó que la carrera médica podría ser para ella el brillante futuro que tanto anhelaba. Para tal fin se inscribió en la Facultad de Medicina de la calle Córdoba al 2100 de nuestra Capital. Enfrente, del legendario "Hospital de Clínicas"
Cuando aún cursaba el primer año del ciclo inicial, advirtió que no podría continuar esos estudios porque no sentía atracción por ellos. Las excelentes clases dictadas por eruditos profesores no alcanzaban a interesarle. Comprendió entonces su equivocación en el momento de tomar decisiones. Quizás por complacer a sus mayores que deseaban verla algún día ejerciendo la medicina en un consultorio propio, cometió el error que después lamentó. Casi todos los hijos de aquel tiempo actuaban de esa manera.
Pasaron algunos meses del año 1909, Lucía una vez más, escuchaba los sones de un piano que llegaban nítidamente desde una casa vecina hasta su habitación. Los oía diariamente por las tardes. Le agradaba sobremanera esa melodiosa y variada música que incluía valses vieneses, mazurcas y tangos criollos. Transcurrió cierto tiempo y continuó interesándose por las melodías que permanentemente lograba escuchar con agrado.
Finalmente pudo convencer a sus padres para que le autorizaran a estudiar piano. Luego de obtener la aprobación necesaria, ingresó en un conservatorio dirigido por la profesora Rosa Molarte, ubicado en la calle Buen Orden (Bernardo de Irigoyen) casi esquina Belgrano. Su entusiasmo era tal que en poco tiempo consiguió progresos notables, aventajando a sus más destacados condiscípulos ante la admiración de todos.
A ese instituto de enseñanza musical también concurría en condición de alumno, un joven llamado Angel Lemos que estudiaba violín. Se domiciliaba en la calle Defensa al 600, y pertenecía a una caracterizada familia porteña. Su padre Manuel Lemos se desempeñaba en el directorio de la tienda "A la Ciudad de México", situada en la calle Florida y Cuyo de la Capital. Su madre María López Rodríguez era ama de casa.
Lucía y Angel simpatizaron muy pronto: coincidían en el modo de pensar y tenían parecidas preferencias. El muchacho no disimulaba su interés por al joven, que tampoco desechaba la idea de iniciar un noviazgo. Así ocurrió, y como se estilaba en esos años, solicitaron el consentimiento de los padres de ambos, que dieron su aprobación sin inconvenientes. En la actualidad esa situación no sería soportable. Mucho antes de esa decisión, ya el padre de la chica había prometido que si se concretaba alguna vez su matrimonio. El amplio castillo que hizo edificar en Villa del Parque, sería su obsequio de bodas. Un pensamiento que nadie intentó modificar. Transcurría el tiempo, y la suntuosa vivienda permanecía sin ocupantes por mandato de su dueño, atendida exclusivamente en la parte de su mantenimiento y limpieza. El concurría periódicamente al barrio a bordo de su auto "Landauletes" donde siempre se le recibía con simpatía por parte de las modestas familias del lugar, las mismas que cuidaban para terceros extensas quintas de verduras aledañas, entre otras actividades. Mientras tanto los jóvenes vivían un feliz idilio, no existía nada anormal que hiciese peligrar la apasionada relación. Juntamente con sus padres acudían a espectáculos teatrales y cinematográficos, paseos, fiestas, acontecimientos deportivos, etc.
Se comunicaban por intermedio de cartas, y también lo hacían utilizando teléfonos rudimentarios que funcionaban a pila. El servicio lo prestaba una empresa creada en 1886 llamada "Unión Telefónica"
Resultado de la fusión de dos compañías. Tal vez mediante ese medio, las familias de los novios concretaron visitas, o reuniones para realizar acuerdos como el que tuvo lugar en casa de la chica, para decidir la fecha en la cual se efectuaría la boda. Según relata la leyenda, luego de un cambio de opiniones entre los presentes, se determinó que la ceremonia religiosa y civil se efectuaría el día sábado 1º de abril de 1911. El festejo quedó establecido y confirmado. El lugar sería las instalaciones del castillo del señor Giordano.
ANGEL LEMOS
Cuando en 1909 Angel Lemos inició su curso de violín en el conservatorio de la profesora Molarte, tenía 23 años (había nacido en Buenos Aires en 1886), ya poseía el título de farmacéutico otorgado por la universidad nacional.
En 1936 un investigador del tema que hoy nos ocupa, llamado Francisco Martínez ubicó en los archivos de la Cátedra de Bromatología (Aula "Felipe Justo"), de la Facultad de Ciencias Médicas (a cargo en la ocasión de los profesores Angel Bianchi Lischetti y Vicente Colobraro), una carpeta de "Trabajos Prácticos" a nombre de Angel Lemos que correspondía al año 1909. Todo lo cual demuestra que en esa época fue alumno de la escuela de Farmacia y que al cursar su cuarto año de estudios, estaba habilitado para obtener su título universitario, y proseguir si lo deseara en la carrera del doctorado en bioquímica. Aparentemente no lo hizo, pues no se encontraron datos al respecto. Solo habría logrado su condición de farmacéutico.
ISABELINO ESPINOSA

 

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