JHArchivosHistoricosSu Revista Barrial. Sitio web histórico y referido a Villa del Parque, Ciudad de Buenos Aires.
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EL ANTIGUO CASTILLO DE VILLA DEL PARQUE
PARTE XXX
Tragedia y Misterio En Su Historia
RECUERDOS DE ANTAÑO
Durante el último domingo de junio de 1925 se efectuó una solemne y gran procesión de Corpus Christi, celebrada en esa oportunidad con la dirección del Cura Ecónomo de la Santísima Virgen Niña Presbítero Dr. Vicente Alberto Rigoni, que en fecha reciente había creado el Colegio “San José” en Pedro Lozano 3151 junto a la Parroquia “Santa Ana” y también la Compañía de Exploradores de Villa del Parque.
La mencionada procesión partió desde la Capilla de la calle Cuenca al 2600, y recorrió esa arteria hasta Marcos Sastre, luego se tomó Argerich, después Nogoyá siguiendo hasta Cuenca, para finalizar entrando nuevamente en el Templo Parroquial.
En esa ocasión el vecindario creyente había construido altares muy bien adornados en distintos lugares del recorrido, además, muchos propietarios colocaron en los balcones de sus casas a modo de adorno, vistosos y coloridos tapices y hermosas flores.
Las congregaciones “Hijas de María”, “San Vicente de Paul”, “Apostolado de la Oración de Damas y Caballeros”, estuvieron presentes dando real jerarquía a la emotiva ceremonia religiosa. Con mucha simpatía y expectación se recibió en cierto momento, la aparición de un nutrido conjunto infantil integrado por pequeñas niñitas vestidas de ángeles. Cada una de ellas llevaba una canastilla repleta de pétalos de flores que al paso del Santísimo las arrojaban como cariñosa ofrenda.
Mientras duró el trayecto, los Ministros de la Religión Católica fueron cubiertos por un palio que transportaban distinguidos caballeros de la zona. La “Sociedad de Fomento de Villa del Parque” con sede en Baigorria 3373, concurrió al acto, y estuvo representada por su presidente señor Ricardo Ezquer, el vicepresidente señor Blas Del Verme y miembros de la Comisión Directiva, que accediendo a un pedido del Rvdo. Padre Rigoni, solicitaron a la seccional 45 de la Policía Federal su representación en esa conmemoración de los católicos. A tal efecto fueron destacados algunos oficiales de la repartición.
ROSARIO VELASCO Y DOS CURIOSAS ANÉCDOTAS
Rosario Velasco en ese tiempo, empleada doméstica en el “Castillo de los Fantasmas” había concurrido a la comentada procesión como muchos otros vecinos del lugar. Días después sus empleadores le encargaron la tarea de comprar un espejo para uno de los ambientes de la mansión. Para cumplimentar el pedido se dirigió a una vidriería ubicada en la calle Helguera muy cerca de Nogoyá. Mientras efectuaba la compra la señora Rosario impensadamente en cierto momento de la conversación, dijo que trabajaba en el edificio de la calle Campana. La curiosidad atrajo la atención del dueño del local don Félix Bianchi y de una señora que ocasionalmente se hallaba en el lugar. Inmediatamente surgió el tema de las apariciones y los misterios muy en boga en ese tiempo entre el vecindario parquense. Doña Rosario contó varios hechos raros y preocupantes vividos por ella y otras personas dentro y fuera del castillo. La escucharon con la debida atención pero sin creerle nada de lo que estaba relatando y muy respetuosamente se lo hicieron saber. Terminó la amable charla entre los allí presentes y don Félix trató de envolver el espejo que había adquirido la señora Velasco, y extrañamente se le cayó al piso rompiéndose en varios pedazos. La otra mujer que recurría el negocio en busca del artículo que podría comprar, tropezó y cayó sobre unos valiosos cristales importados que se exhibían para la venta y se destrozaron totalmente, pero por fortuna, la eventual cliente no sufrió ninguna herida. Mientras tanto doña Rosario testigo de lo ocurrido, sintió de pronto fuertes dolores de cabeza y mareos.
Todo transcurrió en un frío anochecer del 16 de julio de 1925.
EL SEGUNDO CASO
La señora Rosario Velasco tenía su jornada libre, último día de agosto de 1929. Se levantó temprano con la idea de disfrutar de cierta libertad bien ganada. Para tal fin decidió realizar una visita a una familia que residía en la zona de Constitución.
Cerca de las tres de la tarde salió de su casa de la calle Concordia, llegando al lugar deseado aproximadamente una hora y media después. Luego de una agradable ronda de mate criollo, surgieron temas de distinta índole mientras se esperaba el tiempo de la cena, a la que fue especialmente invitada. Los allí reunidos, evitaron en todo momento iniciar comentarios acerca del tema del “Castillo de los Fantasmas” de Villa del Parque. En los presentes había un oculto temor que ninguno se atrevía a confesar y por tal motivo, aparentemente, nadie intentó ni siquiera mencionarlo.
Sin darse cuenta del tiempo transcurrido, la señora Velasco continuó junto a esa magnífica familia participando de una auspiciosa y bella reunión de amigos. Observó de pronto que su reloj ya marcaba las diez de la noche. No deseaba regresar muy tarde a su domicilio por lo que inmediatamente pensó en la vuelta a su barrio parquense.
Minutos después, llegó a la plaza Constitución donde partía hacia Villa del Parque el tranvía 84, en su inolvidable recorrido por Garay, Entre Ríos, Méjico, Av. La Plata, Rosario, José M. Moreno, Acoyte, Neuquen, Donato Alvarez, Gaona, Nazca, Nogoyá y Cuenca, donde la señora Velasco descendió casi a la medianoche. Caminó por la calle Cuenca, cruzó la plaza, tomó por Marcos Sastre hasta Teodoro Villardebó. De allí hasta Santo Tomé donde comenzaban los tradicionales hornos de ladrillos, en medio de una oscuridad total. Nadie a esas horas transitaba por el lugar, y esa soledad le producía gran preocupación y a la vez una desagradable sensación de temor y nerviosismo. Trataba de infundirse coraje a sí misma, pensando con mucha convicción que superaría cualquier inesperado inconveniente que apareciese súbitamente con la intención de asustarla. Pasó sobre el puente del arroyo que se internaba en el enorme baldío. Para cortar camino pasó por un hueco hecho por los vecinos en el alambrado existente y se dirigió en dirección a la calle Arregui en busca de los fondos de su casa, donde existía una puerta que comunicaba al resto de la vivienda. Jamás imaginó lo que sucedería minutos después.
Continuará
ISABELINO ESPINOSA
Historiador

 

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