El infarto se podría evitar con vacunas
El éxito en la lucha contra las enfermedades cardiovasculares quizá
no dependa tanto de complejas y onerosas intervenciones como el by-pass o la angioplastia,
sino de medidas preventivas mucho más simples, baratas y universales. Desde
hace unos años, científicos estudian la posibilidad de tratar a
los pacientes coronarios con vacunas que detengan el progreso de la enfermedad
y reduzcan el riesgo de infarto.
Los primeros frutos de sus estudios están comenzando a ver la luz. Recientemente,
investigadores suecos demostraron en experimentos con ratones que una vacuna contra
el colesterol LDL -o "colesterol malo"- permite atenuar el progreso
de la aterosclerosis. "Nuestro estudio identificó una serie de proteínas
que induce una respuesta inmune que inhibe la aterosclerosis", señaló
el doctor Fredrikson Gunilla Nordin, de la Universidad de Lund.
"Esto sugiere un camino para el desarrollo de terapias de inmunización
contra la enfermedad coronaria", escribió el investigador en las conclusiones
del estudio publicado el mes último en la revista especializada Arteriosclerosis,
Thrombosis and Vascular Biology Aunque faltan años para que esta vacuna
llegue a los pacientes cardíacos -todavía no superó el test
clave: su prueba en humanos-, existe otra, originalmente diseñada para
combatir una enfermedad infecciosa, que en los últimos años ha demostrado
ser capaz de reducir el riesgo cardíaco. La vacuna en cuestión es
ni más ni menos que aquella que confiere inmunidad contra el virus de la
gripe, también conocido como influenza.
Un estudio patrocinado por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades
(CDC), de los Estados Unidos, realizado durante dos temporadas invernales en 140.000
y 146.000 individuos mayores de 65 años, reveló que la vacunación
antigripal reduce hasta un 50% el riesgo de muerte por todas las causas; principalmente,
por enfermedad cardiovascular.
"La vacunación contra la influenza está asociada con una reducción
en el riesgo de hospitalización por enfermedad coronaria, enfermedad cerebrovascular,
neumonía y gripe, al igual que con una reducción en el riesgo de
muerte por todas las causas durante la temporada invernal", escribieron los
autores del estudio, publicado a principios de abril en la revista New England
Journal of Medicine.
Estos auspiciosos resultados -confirmados por un estudio, de pronta publicación,
realizado en medio millar de estadounidenses- han llevado a los expertos a pedir
que se reduzca la edad a partir de la cual se recomienda estar vacunado (actualmente,
los 64 años), ya no para evitar la gripe, sino para prevenir la muerte
cardiovascular.
"Este fin de semana se realizó un encuentro en la Universidad de Texas
en el que los cardiólogos coincidieron en emitir una petición para
que la recomendación de vacunar contra la gripe se ubique por debajo de
los 55 años", comentó a LA NACION el doctor Enrique Gurfinkel,
jefe de la Unidad Coronaria de la Fundación Favaloro, autor de uno de los
primeros trabajos de vacunación antigripal en prevención cardiovascular.
Razones no faltan: "Una reducción de la mortalidad tan dramática
no se ha visto jamás en cardiología, ni siquiera con la aspirina",
dijo el especialista, que en dicho encuentro fue distinguido por sus aportes en
este reciente campo de investigación.
La década de los noventa fue testigo de la aparición de una nueva
mirada sobre la aterosclerosis, aquel proceso en el que el colesterol se adhiere
a las paredes internas de las arterias, cerrando progresivamente su cauce. Los
cardiólogos comenzaron a indagar por la existencia de factores de riesgo
adicionales a los ya conocidos (hipercolesterolemia e hipertensión, sedentarismo
y tabaquismo), que pudieran participar del desarrollo de la enfermedad.
Los primeros estudios partieron de una observación clínica: la presencia
de ciertas infecciones se asocia a un mal pronóstico cardiovascular. Así,
algunos cardiólogos decidieron ver si al tratar a los pacientes cardíacos
con antibióticos o con vacunas se obtenían beneficios en términos
cardiovasculares. Una de estas investigaciones clave fue la de Gurfinkel.
Publicada el año pasado en la prestigiosa revista Circulation, fue uno
de los primeros estudios realizados en humanos que demostraron que la vacuna antigripal
disminuye la mortalidad cardiovascular. ¿Cómo se explican ahora
esos resultados?
"Estudios en animales revelaron que el virus de la influenza agrava la aterosclerosis
al hacer que ciertas células del sistema inmunológico se vuelvan
contra el organismo", responde Gurfinkel. El resultado de dicha agresión
es una desestabilización y ruptura de las placas de ateroma (formadas por
colesterol) que recubren el interior de las arterias, causando la formación
de un coágulo sanguíneo o trombo. Si el trombo tiene lugar en una
arteria coronaria, estamos frente a un infarto.
"Con la vacuna se puede interrumpir este ciclo de autoinmunidad que hace
que la placa de ateroma se rompa y produzca un infarto", apunta el doctor
Branco Mautner, jefe de docencia e investigación de la Fundación
Favaloro y presidente del XII Congreso de Cardiología para el Consultante.
Los éxitos obtenidos con la vacuna antigripal estimulan actualmente la
búsqueda de nuevos blancos que al ser atacados con vacunas permitan conferir
cierto grado de protección cardiovascular. Son dos las principales líneas
de investigación: vacunas contra el colesterol y contra una proteína
apodada Shock Heat Protein .
La vacuna contra el colesterol LDL es la que se encuentra más avanzada.
En el Primer Simposio Internacional sobre Influenza en Prevención Coronaria,
realizado el fin de semana último en la Universidad de Texas, se presentaron
los resultados de una nueva versión de la vacuna anticolesterol. "Los
estudios demuestran que, aunque no reduce los niveles de concentración
de colesterol en sangre, reduce un 85% la formación de placas de ateroma",
señaló Gurfinkel.
Al igual que las proteínas del virus de la gripe, el colesterol también
tendría un poder antigénico: es capaz de generar una reacción
inmunológica que en este caso favorece el ingreso del colesterol en la
pared de las arterias, donde forma una placa de ateroma. "Al modular esta
antigenicidad con una vacuna -añade Gurfinkel-, uno es capaz de impedir
que el colesterol se meta en la pared arterial."
Para el especialista, "comenzar a pensar que el colesterol o ciertas proteínas
virales tienen un efecto de gatillo de una cadena de reacciones que da lugar al
desarrollo de la enfermedad cardiovascular y que pueden ser controladas mediante
vacunas es fascinante". Y mejor aún: las posibilidades que se abren
para el desarrollo de nuevas armas de prevención es inmenso.
Sebastián A. Ríos
De la Redacción de LA NACION